El mayor problema de los campos españoles era las pésimas condiciones de vida para los jornaleros, que vivían en "cortijos " situados en el campo bastante lejos del pueblo. Las casas eran muy pequeñas y no tenían ni siquiera el suelo cimentado.
Con la llegada de la dictadura franquista las condiciones de vida de los jornaleros empeoraron considerablemente. Las condiciones laborales se hicieron más duras y aumentó el grado de explotación de los trabajadores con jornadas de trabajo más largas a las que se sumó una bajada en picado de los jornales, cuyo valor descendió un 40% entre 1940 y 1950.
Estas condiciones aumentaron la crisis en el sector agrícola andaluz, y se convirtieron en la principal causa de emigración de los jornaleros. Se calcula que unos 700.000 campesinos andaluces emigraron en la década de los cincuenta a los setenta. Los destinos de los emigrantes fueron Cataluña, Madrid y sobre todo la región valenciana.
En los lugares de origen, los pueblos andaluces y extremeños, se produjo una crisis demográfica, una gran despoblación y una serie de transformaciones sociales tan graves y profundas como las ocurridas durante la guerra civil.